El amor, como la vida, vive en la memoria.
Estoy convencida de que somos lo que recordamos, porque estamos hechos de historias. No has vivido si no recuerdas la cara que ponían tus hijos al reír, la lágrima que se te escapó cuando te acercaste al altar el día de tu boda, las manitas diminutas de tu recién nacido. La fotografía es la mejor manera de mantener vivos esos recuerdos.